El cambio de estación no solo afecta a nuestro estado de ánimo o a la caída del cabello. Puede afectar a la salud bucal y a nuestros dientes. Sobre todo, tras épocas calurosas, el frío del otoño puede suponer un riesgo para tu boca, tanto labios, garganta como dentadura.
En verano y meses anteriores, se somete a los dientes a un ligero maltrato por la cantidad de bebidas frías que tomamos y las comidas copiosas y celebraciones. Llega el otoño y los dientes se ven más sensibles a cambios drásticos, por lo que hay que extremar los cuidados bucales.
Desde el dolor hasta la caída de dientes
La sensibilidad dental se puede notar con un signo característico que es el escalofrío o el dolor interno que se produce al ingerir una bebida fría.
¿Qué producen los malos hábitos?
No llevar una adecuada limpieza o el contraste de temperaturas con las bebidas pueden afectar al esmalte que protege el diente. Con ello, disminuye la protección frente a agentes infecciosos. Así, podemos estar más expuestos a enfermedades dentarias como la gingivitis o, incluso, la piorrea, que podría acabar con una grave caída dentaria.
¿Cómo proteger los dientes?
Los hábitos a tener en cuenta al entrar en el otoño o al cambiar de estación para disminuir la sensibilidad incluyen cuidar de nuestra dieta. Siempre que se pueda, evitar los alimentos muy ácidos y azucarados, sobre todo los refrescos. El tabaco hay que disminuirlo en la medida de lo posible, al igual que respirar por la boca si las temperaturas son muy bajas en el ambiente. No hay que olvidar cepillar los dientes después de cada comida con un dentífrico que pueda ayudar a reparar el esmalte y a protegerlo al máximo.
Visitar al odontólogo ante las distintas molestias que pueden aparecer es primordial para poder determinar la causa y el estado de nuestra salud bucal.